Una alucinante intervención escénico vocal con música compuesta por Elisa Schmelkes y por el Laboratorio de Creación Vocal No Coro, cinco escenarios simultáneos, Arte Kinético, Hackeo a dispositivos móviles, Coreografía, Arte sonoro y Música coral hacen de Vaho una experiencia única, bajo la dirección de Elisa Schmelkes. y juan Carlos Henríquez.
Vaho, exhalación desde lo más íntimo. Aliento Creador que desata la respiración de todo lo existente: qi, ruaj, pneuma, spiritus. Así nos lo cuentan los antiguos.
Pero, además, Vaho es humedad sutil, vapor que empaña y limpia para engendrar superficies nuevas.
Quien alguna vez fue infundido con aliento creador, es ahora controlador obsesivo del universo. Mueve las palancas mecánicas y digitales que gobiernan la maquinaria del todo, sin sospechar que su afán totalitario hace de su aliento algo tóxico y obsoleto.
Los sistemas –solares, galácticos, subatómicos y humanos– se mueven con In-Diferencia en obstinadas iteraciones, tan absurdas como el teatro que trazó Samuel Beckett en su Quad. Son las Mareas Humanas, que de tan cansadas no sospechan que en el seno del Punto Cero (Péndulo, le llama Eco; Aleph, le nombra Borges), se fragua un Relevo
Desde cuatro puntos se invocan los elementos para que irrumpa lo Nuevo:
La habitación de los vientos agita melodías generativas.
En la recámara de lo íntimo, los cuerpos se friccionan con la transparencia armónica del cristal.
Cerca de la Máquina Pneumática, danza una luz con el ritmo vigoroso de cuatro vocales propiciatorias para que Aquello, el Perno, la Garantía, descienda una vez más.
Y glissandos infinitos apoyan el deslizamiento de lo Alto para que la Niña, criatura nueva, despierte de su sueño profundo.
Una jaculatoria en contrapunto escolta el paso de quien desplazará al viejo controlador.
Será un nuevo tiempo, sin control ni vigilancia, ni guantes aislantes que quizá, eones ha, fueran también un pato de juguete.
Una nueva imaginación despierta, y tan suavemente como el Vaho que se exhala, el universo continúa su viaje.